GANAR TODO EL MUNDO

16.08.2016 20:01

¿Por qué no comprendéis lo que digo? Porque no podéis oír mi palabra.

Juan 8:43

 

Les dice Jesús a los judíos:

 

El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Por esta razón vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios. Jn. 8:47

 

 

Muchas personas que asisten regularmente a una iglesia cristiana y han cumplido con los "requisitos formales" para ser miembros de la misma, como tener a Cristo en el corazón, bautizarse, diezmar y tener buen testimonio;

 

 

Porque tienen modales y vocabulario cristianos, creen estar plenamente seguros de la autenticidad de su fe y de su amor por Dios. Sin embargo llama poderosamente la atención que tengan tantos problemas para interpretar las Escrituras y para identificar a través de ellas la verdad de la mentira;

 

La Biblia enseña claramente que Dios ha dado su Espíritu a todos los que han creído en Jesucristo con el propósito de que conozcan toda la verdad “Y cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” Jn.16:13.

 

 

Entonces ¿cómo es posible que alguien que dice ser cristiano no pueda discernir la falsa doctrina y a los falsos maestros aun cuando se le presentan todas las pruebas bíblicas que no dejan lugar a ninguna duda? Solo puede haber una explicación posible. No escuchan ni se aperciben no porque no sean de Dios, sino porque han sido engañados, tal como dice la escritura en los últimos tiempos engañara SI AUN FUERA POSIBLE A LOS ESCOGIDOS.

 

Es cierto que muchos de estos hermanos, que han sido engañados pueden tener una prueba concluyente, cuando estudiamos a las sectas, todas ellas tienen un denominador común el dinero, así si su enseñanza gira alrededor de esto, debemos considerar en el resto de las creencias, que no se van a sujetar a las Escrituras, por lo tanto nos colocan fuera de la voluntad de Dios.

 

Algunos utilizan la palabra sacrificio, otros proceso, otros hacen maratones para recoger dinero, a cambio de que bendecirán tus oraciones, etc.

 

De los sacrificios que Dios no pide, pero quiso que se observasen para la significación de los que pide.

 

 

¡Y quién será tan necio e ignorante que crea que lo que se ofrece en los sacrificios es necesario para algunos destinos de los que Dios tenga necesidad! Lo cual, aunque en varios lugares es enseñado en la Sagrada Escritura, por no dilatarme demasiado, sólo alegare la expresión del salmo: «Dije al Señor, tú eres mi Dios, y no tienes necesidad de mis bienes.»

 

Así hemos de entender que Dios no tiene necesidad de res o animal alguno, o de cualquier otro ente corruptible o terreno; ni siquiera de la misma justicia del hombre, pues todo lo que es servir fiel y legítimamente a Dios, resulta en utilidad del hombre y no de Dios. Pues nadie afirmará que causa provecho a la fuente, porque bebe de sus aguas, o a la luz por que ve con ella.

 

Y si los patriarcas antiguos ofrecieron algunos sacrificios con víctimas de varios animales , no debe entenderse sino que con aquellas figuras se significaron las verdades que realmente pasan en nosotros a fin de que nos unamos con Dios, y a este último fin dirijamos también al prójimo; así que el sacrificio visible es un sacramento, esto es, una señal sagrada del sacrificio invisible.

 

 

Y así el rey penitente en boca del profeta, o el mismo profeta rogando con todo esfuerzo que Dios tuviese misericordia de sus pecados, dice: «Si quisiérais, Señor, sacrificio, yo os le ofreciera seguramente; pero no os pagáis de holocaustos. El sacrificio que quiere Dios es el espíritu atribulado, pues al corazón compungido y humillado no le despreciará Dios.»

 

Notemos y consideremos cómo donde dijo que Dios no quería sacrificio, allí mismo indica que Dios le quiere. Sólo quiere el sacrificio de un corazón contrito. Por la expresión en que dijo que no quería, se significa lo que en seguida dijo, que quería.

 

 

Dijo, pues, que Dios no gustaba de los sacrificios ofrecidos al modo que los ignorantes creen que los quiere para que le sirviesen de diversión y complacencia.

 

Porque si los sacrificios que únicamente apetece entre otros (que es uno solo; a saber: el corazón contrito y humillado con el dolor verdadero y la penitencia) no quisiera que se significaran con los sacrificios que presumieron deseaba, como si fuesen agradables y deleitables al Señor; sin duda, que no mandara expresamente en la ley antigua que se los ofrecieran.

 

Por lo cual fue indispensable mudarlos al tiempo oportuno y vaticinado en la Escritura, para que no se creyese que los codiciaba el mismo Dios, o a lo menos, que eran aceptables por nuestra parte, no por lo que en ellos se significaba. En esta conformidad dice en otra parte por su real profeta David; «Si fuese posible que alguna vez tuviera hambre, no te diría que me apacentaras o sacrificaras, porque mío es el orbe de la tierra y cuanto en, él se contiene; ¿por ventura he de comer yo las carnes de los toros, o he de beber la sangre de los cabritos?»

 

Como si dijera: si tuviera yo necesidad de estos manjares, no te los pidiera teniéndolos todos en mi poder.

 

 

Después, prosiguiendo en relacionar lo que significan aquellas cosas, dice: «Ofrece a Dios sacrificio de alabanza, cumple y paga tus promesas al Altísimo, llámame en el día de la tribulación, yo te libraré y me glorificarás».

 

Asimismo en el profeta Miqueas se lee: «¿Con qué recibiré al Señor, con qué aplacaré a mi Dios excelso? ¿Le he de recibir acaso con holocaustos y con becerros de un año? ¿Se pagará a Dios por ventura con un millar de carneros, o con diez millares de cabritos gruesos? ¿Le he de ofrecer mis primogénitos por la remisión de mi culpa, y el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?

 

¿No te ha avisado ya, hombre, lo bueno y lo que quiere el Señor de ti? ¿Y qué otra cosa desea sino que vivas justa y santamente, que seas benigno y misericordioso, pronto y dispuesto para servir y agradar a Dios tu Señor?»

 

Las dos amonestaciones se contienen distintamente en las expresiones de Miqueas quien claramente declara que no pide Dios para sí los sacrificios con que se significan los que le complacen.

 

 

En la carta que se inscribe a los hebreos dice: «No os olvidéis de ser benignos y misericordiosos para con los pobres y miserables, pues con estos sacrificios se aplaca a Dios y se consigue su amistad.»

 

Y, por consiguiente, donde dice: «más quiero de ti la misericordia que el sacrificio», no es necesario que entendamos otra cosa sino que prefirió un sacrificio a otro sacrificio, mediante a que aquel que todos llaman sacrificio es una figura o representación del verdadero sacrificio, y la misericordia es del mismo modo, verdadero sacrificio, por lo que dice lo que poco antes referí, «que con tales sacrificios se granjea la amistad y gracia de Dios».

 

Todo cuanto leemos que mandó Dios en diferentes ocasiones sobre los sacrificios y sobre el ministerio o servicio del Tabernáculo o del templo. se refiere para significar el amor de Dios y del prójimo, porque en estos dos Mandamientos, como dice la Sagrada Escritura, está cifrado y recopilado todo lo que contiene la ley y los profetas.

 

MINISTERIO DE LA PALABRA DE EVANGELICOS DE CASTILLA

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