BABILONIA LA GRANDE

11.02.2016 20:29

 

 

15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

 

16 Porque no tengo de contender para siempre, ni para siempre me he de enojar: pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he criado. 17 Por la iniquidad de su codicia me enojé y heríle, escondí mi rostro y ensañéme; y fue él rebelde por el camino de su corazón.

 

18 Visto he sus caminos, y le sanaré, y le pastorearé, y daréle consolaciones, á él y á sus enlutados. 19 Crío fruto de labios: Paz, paz al lejano y al cercano, dijo Jehová; y sanarélo. 20 Mas los impíos son como la mar en tempestad, que no puede estarse quieta, y sus aguas arrojan cieno y lodo. 21 No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos. Isaías 57:15-21.

 

 

 

 

Así que introduces a los hombres en un notable error, y no te avergüenzas de un daño tan grave profesando amor a la virtud y sabiduría; la cual, si fiel y verdaderamente amaras y profesaras, hubieras conocido a Cristo, virtud de Dios y sabiduría de Dios, y no hubieras apostatado y dejado su apreciable humildad, llevado de la vana altivez de tu vana ciencia.

 

Sin embargo, confiesas que puede el alma espiritual purificarse con la virtud de la continencia, sin el auxilio de las artes theúrgicas y sin sus decantados sacramentos, en cuyo estudio te has molestado inútilmente.

 

A veces dices también que después de la muerte estos sacramentos no alivian el alma; de modo que ni a la misma que llamas espiritual parece que aprovecha después de la vida presente;

 

Y, no obstante, haces una larga digresión sobre este particular, no por otro fin, a lo que creo, sino por parecer perito y práctico en semejantes futilezas, y por venderte al gusto de los aficionados a las artes ilícitas, o por excitar la curiosidad de otros excitándolos a abrazarlas.

 

 

 

Pero es asimismo cierto lo que dices que se deben temer estas artes, o por el rigor de las leyes, o por el rigor que hay en practicarlas. Y ¡ojalá que a lo menos oigan y adopten este tu consejo los miserables y que las desamparen, porque en ellas no se aneguen y pierdan, o que por ningún pretexto se aproximen al estudio de ellas!

 

Dices también que no se purifica con ellas la ignorancia, y, por consiguiente, tampoco se purgan muchos otros vicios, sino únicamente por el entendimiento paterno, que sabe y conoce la voluntad paterna.

 

 

Y, sin embargo, no quieres creer que éste es Jesucristo, pues le desprecias por haber nacido de una mujer, y por la ignominia que padeció sufriendo muerte de cruz, hallándose efectivamente idóneo para reprender en lo superior a la soberana y suprema sabiduría con despreciarla y abatirla en lo inferior.

 

Y, con todo, es este Señor el que realmente cumple lo que los santos profetas, con mucha verdad y espíritu divino, dijeron de él: «que había de destruir la sabiduría de los sabios, y confundir la prudencia de los prudentes».

 

 

Pues no hemos de entender que destruye y condena en ellos la sabiduría que les dio, sino la que se atribuyen y arrogan a sí los que no tienen la suya.

 

Y así, habiendo referido este testimonio profético, prosigue y dice el Apóstol: «¿Adónde está el sabio? ¿Adónde el escriba, intérprete de la ley? ¿Adónde el escudriñador de las cosas de este siglo?

 

¿Acaso no nos dio a entender Dios que es ignorancia la sabiduría de este mundo?» Y porque los mundanos y carnales por esta hermosísima máquina que Dios hizo con tanta sabiduría, no conocieron con su sabiduría a Dios, quiso Dios salvar los creyentes por la predicación de unos necios e ignorantes a los ojos y estimación de los hombres.

 

 

Porque los judíos piden prodigios y milagros, los griegos no se contentan sino con la sabiduría que les cuadre, y nosotros, dice, predicamos a Cristo crucificado, cuya humildad escandalizó a los judíos y a los gentiles se les hizo disparate;

 

Pero los que el Espíritu Santo llamó a la fe, así de los judíos como de los griegos, advierten que esta humildad de Cristo es virtud de Dios y sabiduría de Dios, pues lo que les parece desvarío e ignorancia en Dios, que es la cruz sobrepuja a toda la fortaleza de los hombres.

 

Esto es lo que desprecian como ignorancia e imbecilidad los que se tienen a sí mismos como sabios y fuertes. Pero ésta es la gracia que sana a los dolientes y enfermos, no a los que con soberbia se jactan de su bienaventuranza, sino a los que con humildad confiesan su verdadera miseria. S.Agustin La ciudad de Dios.Xcap.XXXVIII.

 

 

 

Y VINO uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, diciéndome: Ven acá, y te mostraré la

condenación de la grande ramera, la cual está sentada sobre

muchas aguas: Con la cual han fornicado los reyes de la tierra, 2

y los que moran en la tierra se han embriagado con el vino de

su fornicación. Y me llevó en Espíritu al desierto; y vi una 3

mujer sentada sobre una bestia bermeja llena de nombres de

blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer 4

estaba vestida de púrpura y de escarlata, y dorada con oro, y

adornada de piedras preciosas y de perlas, teniendo un cáliz

de oro en su mano lleno de abominaciones y de la suciedad

5 de su fornicación; Y en su frente un nombre escrito: MISTERIO,

BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS

FORNICACIONES Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA

6 TIERRA. Y vi la mujer embriagada de la sangre de los santos,

y de la sangre de los mártires de Jesús: y cuando la vi,

7 quedé maravillado de grande admiración

 

La Biblia Reina Valera 1909. Apocalipsis. 17:1-6

 

 

MINISTERIO LA PALABRA DE EVANGELICOS DE CASTILLA

 

 

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